Ahora quiero que estéis preparadas porque al escucharme decir esto es posible que os coja de sorpresa… la lactancia materna es la etapa más sencilla de la alimentación infantil.
Obviamente hay muchos momentos difíciles durante la lactancia materna y muchas de vosotras estaréis pensando en que no podéis esperar a que vuestro hijo esté preparado para comer alimentos sólidos. Es decir, tienes que enfrentarte al dilema moral de la lactancia materna en público, ¿es aceptable y natural o escandalosa e impactante? (Recordad la polémica que creó el anuncio de Dove a principio de año). Además, existen los problemas puramente físicos tales como el dolor en los pezones y el cansancio entre otros. Finalmente también podemos vernos en situaciones socialmente incómodas – ¡la vergüenza que se pasa cuando aparece una fuga inesperada de leche en el peor de los momentos!
Sé que todo esto dista mucho de ser lo ideal, pero es todo un sueño en comparación con alimentar a los niños una vez que son capaces de comer alimentos sólidos. ¿Por qué? Porque cuando llega ese momento tienes que pensar con cuidado en qué es lo que vas a introducir en sus cuerpecitos: ¡es entonces cuando la cosa se pone realmente difícil!
Cuando beben leche materna sabes que la leche que tu cuerpo está produciendo es buena para ellos y no tienes que preocuparte de nada más. Es sencillo. Una vez que entran en el mundo de la comida real, sin embargo, tienes que empezar a pensar en que su dieta sea equilibrada, dándoles suficiente fruta y verdura y en la posibilidad de que los alimentos contengan cualquier plaguicida o producto químico o que algún producto indeseado pueda ser utilizado durante su producción.
Después, a medida que crecen es aún peor ya que tienes que pensar en si los alimentos procesados que están tomando tienen demasiada sal o en si su dieta contiene demasiada carne o demasiados carbohidratos. ¡Y no me tiréis de la lengua que puedo empezar a hablar de las alergias e intolerancias tan comunes hoy en día!
De acuerdo, sé que me estoy dejando llevar un poco aquí. ¡Es fácil que lo haga cuando se trata de niños! Sin embargo, tengo un par de soluciones que ayudan a evitar que nos volvamos locas…
Una es pensar en mi madre y en su generación. (¡Es como escuchar la sabiduría popular y es muy sencilla!) Ellas no tenían tanta ciencia a mano para ayudarlas y sus madres tenían aún menos. Sin embargo, ellas lograron que creciéramos. No se volvieron locas por la tecnología alimenticia y por las últimas investigaciones sobre los efectos nocivos de un simple huevo cocido. Simplemente hicieron lo que el sentido común y el amor les dijeron que hicieran. Siguieron las tradiciones y salieron adelante. Nos dieron comida sana de una manera razonable y ¿sabéis qué…? ¡Nos fue muy bien!
Mi otra solución podría hacer que me pareciera a una momia perezosa, pero es genial. Es usar Deliveroo… ¡¿Qué?! ¿Deliveroo? ¿Comida para llevar para mis hijos? Bueno, no. No es la típica comida para llevar. Deliveroo no sólo te trae pollo frito o pizzas grasientas. Deliveroo te trae buena comida, y cuando digo buena, me refiero a todo tipo de comida, desde el sushi más hermoso y cuidadosamente elaborado en Barcelona hasta grandes tazones de ensalada repletos de vitaminas y alimentos saludables. Me refiero a batidos supersanos, zumos recién hechos y saludables platos de fideos repletos de sabor.
También preparan comida rápida, por supuesto, para disfrutarla en su justa medida; pero la cuestión es que te pueden llevar a ti y a tus hijos platos o aperitivos verdaderamente saludables y nutritivos justo en el momento que te apetezca. Sabes que puedes confiar en ellos y también hay que tener en cuenta el factor de la comodidad. Piénsalo por un momento: imagina que tienes que salir a toda prisa para conseguir algo de comida y tus suegros están llegando. Puedes tener en casa unas estupendas porciones de sushi con salsa de soja y con la cantidad justa de wasabi en menos de una hora. ¡Ese fantástico manjar recién hecho rico en proteínas y bajo en grasa con su increíble sabor justo cuando lo necesites!